El coronavirus recién descubierto es un coronavirus novedoso mutado (género B), que es nombrado 2019-nCoV por la OMS y SARS-CoV-2 por la ICTV. Debido a las mutaciones antigénicas del coronavirus se considera un nuevo virus para los humanos, la población general carece de inmunidad contra la nueva cepa. Además, hay más de una ruta de transmisión para este virus. Estos factores provocaron que el nuevo coronavirus se volviera epidémico.
El «período de incubación» es el tiempo que transcurre entre la infección por el virus y la aparición de los síntomas de la enfermedad. Éste oscila entre 1 y 14 días, y en general se sitúan en torno a cinco días.
Los coronavirus pueden subsistir en una superficie desde unas pocas horas hasta varios días. Este tiempo puede variar en función del tipo de superficie, la temperatura o la humedad del ambiente. Si cree que una superficie puede estar infectada, límpiela con un desinfectante común a base de alcohol o con agua y jabón.
Sí. Los coronavirus son sensibles a los disolventes y desinfectantes orgánicos. El alcohol de 75º, cloroformo, formaldehído, desinfectantes que contienen cloro, ácido peracético y rayos ultravioleta pueden inactivar el virus, por lo que limpiarse las manos y los teléfonos móviles con alcohol puede prevenir la infección por COVID-19.
Algunas enfermedades requieren que la consulta sea presencial, por lo que no debe faltar sin preguntar primero a su médico. En nuestro centro CAPE hemos habilitado un servicio de Telemedicina para asistir de forma remota a aquellos pacientes que lo precisen.
No. Los síntomas de la COVID-19 son muy comunes, fiebre, tos seca, cefalea, fatiga , cansancio, dolor de garganta, artromialgias , escalofríos, congestión nasal, nauseas o vómitos y diarrea. Algunos pacientes debutan con diarrea, pero prácticamente todos ellos presentan síntomas respiratorios en los días siguientes.
Los estudios actuales sugieren que desarrollamos inmunidad a la COVID-19 después de la primera infección, por lo que no es posible volver a contraerla. Hay ejemplos de virus, como los de la gripe y el resfriado común, que se pueden contraer más de una vez porque van mutando. Hasta dentro de un tiempo no sabremos si esto también ocurre con el virus de la COVID-19.
Tener una edad avanzada y padecer una enfermedad subyacente, como las respiratorias, se consideran factores de riesgo asociados a que la enfermedad evolucione peor.
No hay datos que indiquen que el virus de la COVID-19 se pueda transmitir a través del humo, pero la exposición al humo pasivo puede tener otras consecuencias para las personas con enfermedades pulmonares. Sería conveniente cerrar las ventanas cuando sus vecinos fumen.
La vacuna de la gripe solo protege contra el virus de la gripe, no contra el de la COVID-19. De momento no existe ninguna vacuna para el virus de la COVID-19.
Le recomendamos limitar los desplazamientos en la medida de lo posible. Si se ve obligado a utilizar el transporte público, la mejor forma de reducir el riesgo de transmisión es lavarse bien las manos antes y después del trayecto, evitar tocarse la cara, la nariz y los ojos e intentar mantener una distancia superior a 2 metros respecto a otros pasajeros.
El cáncer, si se ha tratado satisfactoriamente, no suele ser un factor de riesgo que predisponga a consecuencias graves en el caso de infecciones respiratorias como la COVID-19.
Se cree que el virus que causa COVID-19 se propaga principalmente por contacto cercano con una persona infectada a través de gotitas respiratorias. Todavía se desconoce si una mujer embarazada con COVID-19 puede transmitir el virus a su feto o al recién nacido por otras vías de transmisión vertical (antes, durante o después del parto). Se dispone de información limitada sobre la transmisión vertical para otros coronavirus (MERS-CoV y SARS-CoV), pero no se ha informado de la transmisión vertical para estas infecciones.
No, no hay evidencia de que los niños sean más susceptibles. Se han informado infecciones en niños, incluso en niños muy pequeños. A partir de información limitada publicada de brotes anteriores de coronavirus del síndrome respiratorio agudo severo (SARSCOV) y del coronavirus del síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERSCOV), la infección entre los niños fue relativamente poco común.
Presentan síntomas similares al resfriado, como fiebre, secreción nasal y tos. Se han informado síntomas gastrointestinales (vómitos y diarrea). Los niños con confirmación COVID-19 generalmente se ha presentado con síntomas leves, y aunque se han informado complicaciones graves (por ejemplo, síndrome de dificultad respiratoria aguda, shock séptico), parecen ser poco frecuentes.
Aun no existiendo datos suficientes para hacer una recomendación en firme sobre el amamantamiento en el caso de mujeres infectadas por SARS-CoV-2 es importante insistir en que la lactancia materna otorga muchos beneficios como el potencial paso de anticuerpos madre-hijo frente al SARS-CoV-2, por ello y ante la evidencia actual se recomienda el mantenimiento de la lactancia materna desde el nacimiento, siempre que las condiciones clínicas del recién nacido y su madre así lo permitan.
La OMS recomienda mantener el amamantamiento tanto para casos de madres confirmadas como probables, siempre y cuando se mantengan medidas para la prevención de infección por microorganismos transmitidos por gotas y por contacto.
Para los casos de madres lactantes fuera del periodo postnatal inmediato y que se infectan o hay sospecha de infección por el SARS-CoV-2 se recomienda extremar las medidas de aislamiento (higiene de manos y mascarilla facial) y seguir amamantando al neonato o bien hacer una extracción de la leche tomando las máximas precauciones de aislamiento (higiene de manos y mascarilla) y que ésta sea administrada al neonato por un cuidador sano.
No es preciso pasteurizar la leche extraída antes de administrarla al neonato.
En recién nacidos prematuros ingresados se debe utilizar leche de banco.